Cuatro días en Praga con M, J y M. Buena compañía, cerveza fría y Bruce Springsteen. Poco más se puede pedir sin parecer un caprichoso.
Nada más aterrizar, allí estaba L, esperándonos con su especial despiste y ese simpático cuajo y tranquilidad que tiene para todo. Nos recogió en el aeropuerto como si no tuviera ninguna prisa en el mundo, y nos hizo un favor enorme. Como guía, insuperable: nos enseñó “exactamente nada”, y aun así vimos más cosas que él en dieciséis años. Un fenómeno. Praga empezaba con buen pie.
La ciudad nos recibió con sol, relojes que dan miedo, calles adoquinadas y vistas que parecían sacadas de una maqueta. Caminamos mucho, comimos bien y nos reímos más. Siempre acabábamos en el Puente de Carlos, como si Praga tuviera imán ahí. Música, estatuas oscuras y un río que lo mira todo en silencio.
Nos gusta andar por las ciudades sin guía, sin mapa, sin mirar TripAdvisor. Ir un poco a nuestra bola, dejarnos llevar, y que las calles nos vayan contando por dónde tirar. A veces ves menos monumentos, pero entiendes mejor el sitio. Y eso también es viajar.
El centro está gentrificadísimo, eso también hay que decirlo. Cafeterías de especialidad, tiendas de souvenirs clónicos, menús con QR en todos los idiomas, tiendas de Mariguana por todos los lados y los famosos trdelník rellenos de cualquier cosa que te puedas imaginar por todos sitios, como una plaga.
Impresiona ver cómo las ciudades van perdiendo su acento, su voz original. Pero aún así, Praga aguanta. Es tan bonita que se le perdona casi todo.
M. reía con la facilidad de quien está a gusto. M. iba a su ritmo, disfrutando cada parada. J. y yo haciendo fotos sin parar, intentando atrapar lo que no se deja. Terrazas, parques, birras que caían solas.
Y luego, Bruce. El jefe, el incansable, el de las mil giras, el que no afloja, el que suena mejor mojado que muchos secos, el que te canta la vida como si la hubiera vivido por ti. El puto Bruce
El concierto fue una fiesta desde que entramos al estadio. Gente de todas partes, camisetas con historia, emoción en la cara.
Y entonces, Bruce.
Salió como un huracán y nos arrasó. Y no solo él: a mitad del concierto una tormenta eléctrica que parecía que Dios también era fan y había tirado de efectos especiales. Rayos, truenos y un chaparrón que nos caló hasta los huesos. Nos reímos, gritamos, bailamos bajo el agua como si no hubiera mañana. El cielo se venía abajo y nosotros con los brazos en alto.
A los 75 años, no sorprende que todavía tenga esa vitalidad y esas ganas de disfrutar de su música. Es un ejemplo de cómo se honra el propio trabajo, de lo que significa estar conectado con lo que haces hasta el final.
Cantamos todo. Gritamos. Hubo un momento en el que nos miramos empapados y fue como decir: esto no se olvida ni en diez vidas.
También hubo frases para enmarcar. Javi, al entrar al estadio, suelta:
—“Estos parecen todos guiris”. cuando los guiris éramos nosotros.
Y el día anterior, con la barriga llena y la mente flotando, remata:
—“Me tumbaría a lo Darwin… y la manzana, en vez de caerse, me saldría por la boca”.
Se nos desencajó la cara de la risa. A partir de ahí, ya todo fue “modo Darwin”.
Pero lo mejor quizá vino justo al salir del concierto. Iba cayendo la noche y nosotros como motos. Gafas redondas, canciones a grito pelado, cachondeo nivel dios. De camino a casa nos desatamos. Fue la traca final: alegría pura, sin vergüenza, risas y mas risas. Descubrimos a una Princess que no teníamos en nuestra memoria. :-)
El último día lo paseamos suave. Visitamos el muro de Lennon, sacamos las últimas fotos, echamos la vista atrás sin ponernos tontos (pero con ganas de más).
Y cuando me tocó despedirme de Mónica, me quedé raro. Me había reído tanto, me lo había pasado tan bien, que irme y dejarla allí me dejó un pequeño nudo. De esos que no duelen, pero se notan.
Luego, ya en el aeropuerto, nos tomamos unas cervezas más. Cayó un goulash y una salchicha. Último brindis, último bocado, y a volar.
Praga nos dio justo lo que íbamos a buscar. Y bastante más
Coordenadas: 50.0865° N, 14.4114° E Altitud: 188 metros








Hola ale
tenemos que viajar más ❤️